martes, 13 de julio de 2010

Capacidad v/s Habilidad.


El artículo de esta semana está orientado a desarrollar el tema de la Psicomotricidad y específicamente de la motricidad fina. En Psicopedagogía entendemos los procesos o mecanismos de acción desde tres dimensiones que finalmente convergen siempre en uno, una de estas dimensiones sería la motriz, otra la cognitiva y por supuesto la afectiva; por lo general, cualquiera de estas tres dimensiones nombradas que se encuentren con dificultades, necesariamente afectará las otras, ahora bien, entendiendo dicho esquema de las cosas, es que nos vamos a introducir en uno de los frecuentes trastornos o dificultades que llegan a la consulta psicopedagógica, muchas veces sin ser siquiera detectado por los padres. Los psicopedagogos deben enfrentar y dar soluciones a aquellas dificultades que se presenten en la esfera motriz o simplemente psicomotriz, para ser más integrales. Muchos niños entre 4 y 7 años (algunos más) que se encuentran en proceso de maduración, no desarrollan adecuadamente su motricidad fina o dicho de otra forma su habilidad motora, entendida ésta como "coordinaciones finas en las que los músculos menores desempeñan un papel importante". Es importante señalar entonces que no sólo desarrollar aspectos gruesos motores es importante, además de desarrollar en el niño el área motora gruesa, la motricidad fina le permitirá principalmente en los primeros años de vida, manipular objetos, asir cosas, armar y desarmar, y posteriormente escribir correcta y fluidamente, es ahí donde el niño desarrollará una habilidad motora fina, que se puede describir con "palabras tales como automática, rápida, precisa y suave. Sin embargo es erróneo considerar una habilidad como una acción simple y perfeccionista. Cualquier desempeño fino, incluso la escritura de la letra a es una serie de centenares de coordinaciones de músculos y nervios. Un movimiento hábil es un proceso muy complejo que incluye la diferenciación de indicios y la corrección continua de errores" (Desarrollo del niño, 151). Será necesario aclarar entonces que una capacidad bien aprendida se convierte en un hábito, que se puede definir como "cualquier tipo de actividad repetitiva de funcionamiento suave, que se compone de patrones reconocibles de movimientos; después que los bebés logran controlar los movimientos corporales gruesos, están listos para iniciar el aprendizaje de habilidades. Estas últimas se basan en los fundamentos establecidos por la maduración que modifica las actividades aleatorias y carentes de sentido que existen al nacer, convirtiéndolas en movimientos coordinados. Cada habilidad motora es ligeramente diferente de cada una de las otras, es por ello que se deben aprender individualmente, si el aprendizaje de esta habilidades se vuelve difícil, los padres deberán ser los primeros favorecedores para la superación e incorporación de habilidades motoras finas, de lo contrario deberán acercarse a un especialista para recibir apoyo y orientación al respecto.

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